22 mar 2010

Sant Llorenç del munt i l'Obac - Casassaies

Historias y leyendas de Sant Llorenç del Munt i l'Obac

                                                                   can Casassaies                 



Pocos días después de los hechos de Can Flequer, el grupo de Marcel.lí Massana volvía a pisar tierras del Bages sur, con la intención de sabotear líneas de alta tensión. En esta ocasión estaban descansando en Casassaies, cerca de Can Flequer, también del municipio de El Pont de Vilomara i Rocafort (entonces Rocafort y Vilumara).

Mientras el grupo de maquis se disponía a comer, el hijo pequeño de los colonos entró corriendo a la casa advirtiendo que tres guardias civiles se dirigían al caserío. El grupo se escondió en las estancias del segundo piso y la casa quedó en absoluta calma. Cuando llegaron los civiles, un cabo y dos números pidieron a los campesinos, si habían visto desconocidos en los alrededores. La respuesta fue, naturalmente negativa, y los civiles se dispusieron a hacer una inspección rutinaria de la casa.
Un guardia quedó en la puerta, otro al pie de la escalera que conducía al primer piso y el cabo inspecciono la planta baja. Cuando lo hubo hecho, subió al primer piso y allí encontró algunos libros de la CNT y la FAI lo que irritó al cabo, que obligó al campesino a mostrarle el segundo piso. En la primera habitación que entraron estaba llena de paja, (bajo la paja el maquis tenían escondidas las metralletas). El cabo con el "naranjero" (fusil) en la mano, ordenó al colono que revolviera la paja. El pobre hombre, con una horca en la mano, obedeció la orden pero con poca convicción, lo cual no gusto nada al cabo, que visiblemente airado le recriminó su actitud. La tensión crecía por momentos. Finalmente la fuerza dejó al descubierto una metralleta. Seguidamente el cabo fue sorprendido por el cañón de un nuevo largo que le encañona mientras una voz le ordenaba que no se moviera ni un pelo. Entonces todo sucedió en décimas de segundo. Un gesto del civil con su fusil fue contestado con un solo tiro que lo dejó muerto. Inmediatamente los dos números que quedaban en la planta baja huyeron corrientes mientras eran tiroteados desde las ventanas. Uno de ellos fue herido, pero ambos pudieron escapar.
En Massana no consideró conveniente perseguirlos. La táctica habitual del maquis era la de evitar la confrontación directa, a menos que fuera realmente necesario. Sabían que por cada civil muerto el régimen franquista, podía enviar cien por sustituirlo. Por otra parte los hombres del maquis habían convenido que si alguna vez uno de ellos resultaba herido, sería rematado ya que pondría en peligro la seguridad de todo el grupo, que basaba buena parte de su éxito en la permanente movilidad.
Como en la anterior ocasión, había que dejar los colonos de can Casassias sanos y salvos tras los Pirineos. En aquella ocasión el despliegue de guardias civiles para encontrar la guerrilla  fue espectacular. Sin embargo, caminando de noche y escondiéndose durante el día, se fugaron del sitio. Sin embargo, este suceso y el desmantelamiento de las dos masías amigas que tenían en Rocafort, aconsejó cambiar el escenario de las actividades guerrilleras del grupo de Marcel.lí Massana.

Texto extraido del libro Històries i llegendes de Sant Llorenç del Munt i l'Obac. Editorial: Farell










 

 





















 





















 






















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